Estaba regresando a mi casa con un primo y en cierto punto del camino decidi seguir el recorrido por una calle en vez de otra. Mi primo me pregunto el por que de la decision tan arbitraria y yo le dije que la otra calle siempre me habia parecido demasiado arida, grande y larga de cruzar.
En ese momento recorde las razones por las que habia concebido dicha calle de esa manera.
Recien habia llegado a Cucuta despues de haber vivido los primeros anios de mi vida en Bogota. Mi madre trabajaba con politicos en el congreso y mi vida era relativamente glamourosa, por lo que acostumbraba a andar en taxi o en carro particular. Cuando ella perdio el trabajo, llegue a la frontera y conoci otros medios de transporte, como la buseta.
La primera vez que aborde una fue a un par de cuadras del negocio familiar. Recuerdo claramente haberle preguntado a la abuela por que no le habiamos dado la direccion al conductor. Su respuesta fue simple: El nos deja en la puerta de la casa. Recuerdo tambien que en mi cabeza no cabia que nos dejara en la casa sin conocer la direccion...
Por apresurarnos nos dejo en la esquina de esta tira de tierra asfaltada hasta ahora bastante mencionada, una cuadra antes de mi casa. Tocaba cruzarla y luego pasar la susodicha cuadra para llegar a la meta. Yo senti que, despues de bajarme ayudado por mi abuelita por mi poca talla en ese momento, la calle era bastante grande porque se me habia hecho eterno el momento en el que la pasaba.
Como nuevo habitante del barrio y con la necesidad de crear referentes cardinales para poder moverme en mi nuevo mundo, para fines practicos decidi bautizar la calle. Eventualmente abrieron panaderia, papeleria, supermercado y un sitio de venta de mute por sus aceras.
Y la bautice la calle grande...
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