14 ago 2013
Reconstrucciones
Lo primero que aparece en internet sobre el 91 es que fue un año normal, ni bisiesto ni nada de eso. Normal. Normal debe significar también que hay un montón de gente en el mundo a la que le pasaron cosas buenas y terribles. Abuelitas que han dado todo por sus nietos. Madres enfermas que siguen adelante porque su única causa son sus hijos. Padres que se esforzaron toda la vida por ser honestos y coherentes a pesar de los pesares...
Algunos habrán mirado con igual desprecio a la humanidad y a sí mismos mientras caminaban por las calles de 1991. Muchos habrán escalado montañas, batido récords y alcanzado la felicidad en algún momento. Muchos otros habrán recorrido la misma calle una y otra vez buscando acomodo. Mucha gente habrá pasado por las terminales de transporte de ida y vuelta. Muchas vacas y vegetales habrán muerto injustamente, mucha mariguana se habrá quemado y mucha gente habrá pasado ensimismada por el desierto de lo real. Sí, un año normal.
A nadie le toca vivir el año en el que nace pero toca sufrirlo sin poder entenderlo. Ser hijo de esas consecuencias y tensiones. Hoy existimos por el sacrificio de muchos que quisieron un nuevo comienzo. Que lo digan los hijos de Lituania, Estonia, Ucrania, Bielorrusia, Moldavia o Kirguistán, que rompieron el pacto de Varsovia y salieron de los escombros de la Unión Soviética, que lo diga también la gente de Sudáfrica que acabó con el apartheid después de cuarenta años tras un resto de muertos y prisioneros. Que lo digan los 32 departamentos con sus gobernaciones y alcaldías de elección popular, que lo diga la fiscalía, los abogados y las tutelas, los indígenas y los afros. Ese año Colombia sublimó su sacrificio y sacó la constitución del 91.
Aquel fue un año de batallas, de muerte y violencia por todas partes, de confusión. Fue un año de reconstrucciones, empezando por el lanzamiento de Nevermind, el album emblemático de Nirvana que destruiría las melodías glameras, estrambóticas y casi optimistas de finales de los 80. La calle sonaba con 2pac y Public Enemy en parlantes de bares, discotecas, oficinas y tanques de guerra en el golfo pérsico.
Después tocaría un mundo mil veces más cursi, aunque eran épocas de una rudeza particular. Terminator 2 había sido lanzada por esas épocas y Joe Pesci se había ganado el Oscar a mejor actor de reparto por Goodfellas, ahí mismito Estados Unidos empezó a hacer las pruebas con la línea 911. Pero vea lo cursi, Danza con Lobos se llevó todos los premios esa vez.
Nadie pasa demasiado tiempo reconstruyendo. 1991 nos quitó a Freddie Mercury, a Graham Greene, a Stan Getz, a Klaus Kinski y a Miles Davis, para empezar a configurar la trivialidad del futuro y dejar a la hermana menor de Britney Spears y un resto de actores con los que aún no ha pasado nada, a dos canteranos del Barcelona, a la líder de 'las divinas' en Patito Feo y a la gran Mariana Pajón. Fuertes contrastes.
En medio de la llegada de la cultura pop, los bajos precios, la libre competencia y la enésima quiebra del pueblo colombiano con la apertura económica de César Gaviria, Colombia se desangraba. El año anterior habíamos sido eliminados del mundial de futbol por un error de Higuita y habían matado a Bernardo Jaramillo Ossa y a Carlos Pizarro Leongomez, candidatos presidenciales de la izquierda democrática. Pero no fueron los únicos muertos, ni lo serían.
En esas épocas de bombas, asesinatos y constituciones pasamos de ser Colombia a Macondo, diría mi viejo. El pais ha tenido que pararse estos años con lo que quedó de una generación valiosa que se indignó, se aleteó y se esfumó.
Ahorita supe que el día de mi nacimiento fue planeado. Mi mamá había perdido un ovario años atrás y tras algunas complicaciones con una gastritis que sufrió hasta mis 14 años, decidieron que debía hacerse una cesárea. El dos de agosto fue el día de conocer a los padres, el día de la cosecha.
Poco tiempo atrás ella se desinfló un poco al saber que no llevaba una niña y se desinflaría más al verme nacer arrugado y sin terminar, pero había mucho amor en medio de todo. El nombre estaba a cargo de mi viejo, que siempre quiso que uno de sus hijos llevara el nombre de Camilo Torres Restrepo. Luego, haciendo parte de una historia no contada, propuso su nombre de guerra, Alejandro. Del matrimonio sólo quedé yo y un par de adornos.
Nací en Cúcuta y vivía en el centro, cerca al Parque Santander en la cuarta con doce o trece. En el Cúcuta jugaban el papá de James Rodríguez y el 'Nene' Díaz, ahora ex DT del equipo.
Ese año le anexaron al área metropolitana de Cúcuta a El Zulia, San Cayetano, Villa del Rosario y Los Patios, concentrando casi dos tercios de la población del Norte de Santander. Pero era una época de prosperidad en decadencia para la ciudad. El bolívar empezaba a bajar aunque no se notara.
Pero hubo buenas noticias, como el anuncio de Linus Torvalds sobre su trabajo en progreso, Linux, y el anuncio de Tim Berners-Lee desde el CERN, hablando por primera vez de la World Wide Web y donándola al mundo meses después. El AC Milan, con Rikjaard, Van Basten y Gullit ganaban la liga italiana invictos y unos salseros y merengueros de Caracas se reunieron para formar Los Amigos Invisibles. ¡Sabor!
En el 91 se empezaron muchas cosas mientras sólo se veía lo feo. Con el tiempo sabremos si aparece algo hermoso en el ocaso.
19 may 2013
En campo minado
Mi primer día de periodista fue con la seción judicial, un lunes de julio de 2010. A la redacción le pareció importante que yo viera un muerto desde el primer día, así que no dudaron en montarme con el redactor judicial de La Opinión, Hugo, el conductor y Cristian, el director del Q'hubo, en una camioneta durante el resto del día.
Hugo y Cristian. No recuerdo el nombre del conductor pero era obsceno hasta en sueños. Debería recordar su nombre porque durante mi tiempo allá fue el que mejor se portó conmigo, de verdad un tipazo. Nos llevó desde el centro de Cúcuta hasta un municipio cercano llamado Los Patios, pues un soldado que tenía a su familia en ese sector había muerto en días anteriores en un campo minado.
Encontramos la camioneta con los enseres para la velación parqueada frente a la casa, en aquel barrio periférico. Adentro estaban el papá, la mamá y la hermana menor, sentados. La madre estaba callada y distante, rápidamente se negó a atendernos. El papá estaba más compuesto así que Hugo y Cristian fueron a hacerle las preguntas.
El finado era un amante del ciclismo en ruta e hizo parte de la liga de ciclismo de Norte de Santander, pero no pudo seguir por falta de dinero. Después de un tiempo de trabajar con su padre, había decidido unirse al ejército. Cuatro o seis meses después, despejando un campo de noche, me encontré en su casa reportando su muerte. El padre ya había agotado toda la tramitología y solamente esperaba que se lo trajeran.
Guardé silencio mientras ellos trabajaban y me acerqué a la menor de la casa. Dijo que iba a ser duro para todos porque él apoyaba el hogar con su salario. También dijo que no había ido a trabajar en esos días, ni iba a ir un par de días más. Vendía periódicos en el centro de la ciudad y no podía vender uno cuya portada fuera su hermano fallecido.
Todos callamos.
Hugo y Cristian. No recuerdo el nombre del conductor pero era obsceno hasta en sueños. Debería recordar su nombre porque durante mi tiempo allá fue el que mejor se portó conmigo, de verdad un tipazo. Nos llevó desde el centro de Cúcuta hasta un municipio cercano llamado Los Patios, pues un soldado que tenía a su familia en ese sector había muerto en días anteriores en un campo minado.
Encontramos la camioneta con los enseres para la velación parqueada frente a la casa, en aquel barrio periférico. Adentro estaban el papá, la mamá y la hermana menor, sentados. La madre estaba callada y distante, rápidamente se negó a atendernos. El papá estaba más compuesto así que Hugo y Cristian fueron a hacerle las preguntas.
El finado era un amante del ciclismo en ruta e hizo parte de la liga de ciclismo de Norte de Santander, pero no pudo seguir por falta de dinero. Después de un tiempo de trabajar con su padre, había decidido unirse al ejército. Cuatro o seis meses después, despejando un campo de noche, me encontré en su casa reportando su muerte. El padre ya había agotado toda la tramitología y solamente esperaba que se lo trajeran.
Guardé silencio mientras ellos trabajaban y me acerqué a la menor de la casa. Dijo que iba a ser duro para todos porque él apoyaba el hogar con su salario. También dijo que no había ido a trabajar en esos días, ni iba a ir un par de días más. Vendía periódicos en el centro de la ciudad y no podía vender uno cuya portada fuera su hermano fallecido.
Todos callamos.
El motor/máquina absoluto
Desde pequeño (entre final fantasy y algunos libros de filosofía) imaginé un motor que da vida a la existencia con proyectores, con impulsos y potencias, una máquina que luego se aferra a su creación. No me importa mucho el funcionamiento, el motor condensa el tiempo, el espacio, la materia, los afectos...
Y se encuentra lejos...
Un pasillo metálico se retuerce en el descenso a la máquina, que ocupa todo el abismo y se erige como última frontera entre la existencia y el vacío. La aplastante verdad: no hay que ser tan cuidadoso.
Se ven desde la distancia los acabados barrocos del motor, se confunden con las piezas y liberan humo. Lucen hechos para eternidades. Ya cerca la máquina abarca todo el espectro de visión, sin embargo... Impone un espacio. Frente a ella el pasillo es de concreto y sin barandas. Las luces intermitentes brillan desde las barandas. Otra luz de orígen desconocido alumbra al pasillo en medio del abismo...
Me atrae esa idea de que los creadores fallecieron y estamos, por lo menos, entre nosotros... Y nosotros entre pétalos de universos... De pronto el humano se ve sobrecogido por la grandeza, decide sentarse y contemplar a la madre máquina sin cuestionamientos. Aunque no falta el que luche contra ella...
Y se encuentra lejos...
Un pasillo metálico se retuerce en el descenso a la máquina, que ocupa todo el abismo y se erige como última frontera entre la existencia y el vacío. La aplastante verdad: no hay que ser tan cuidadoso.
Se ven desde la distancia los acabados barrocos del motor, se confunden con las piezas y liberan humo. Lucen hechos para eternidades. Ya cerca la máquina abarca todo el espectro de visión, sin embargo... Impone un espacio. Frente a ella el pasillo es de concreto y sin barandas. Las luces intermitentes brillan desde las barandas. Otra luz de orígen desconocido alumbra al pasillo en medio del abismo...
Me atrae esa idea de que los creadores fallecieron y estamos, por lo menos, entre nosotros... Y nosotros entre pétalos de universos... De pronto el humano se ve sobrecogido por la grandeza, decide sentarse y contemplar a la madre máquina sin cuestionamientos. Aunque no falta el que luche contra ella...
18 may 2013
2:40
Salí al parque y sentado vi cómo un insecto cayó de la rama del árbol a mi pantaloneta. Creí ver que había caido de lado, en todo caso así permaneció un momento, moviendo mucho las patas, o algunas patas. Las movía muy rápido, el insecto estaba en shock. Sentí su miedo. Me pareció que era importante que recuperara el equilibrio después de la caida así que lo paré. Así erguido se sacudió un momento y desvié la mirada. Me quedé un rato en una vecina que fue a insistirle a su perro que regresara a casa. Era una señora, madura, pero las nalgas estaban bien. El bichito seguía parado, pero ahora recogido en su caparazón. Lo volteé hacia un costado y sólo movía dos patas, luego se encogió y dejó de moverse.
17 abr 2013
Cúcuta, entre la nostalgia y el progreso
Entre devaluaciones,
expropiaciones y controversia, cada situación enmarcada en la
economía venezolana dará de qué hablar. Tras la reciente
devaluación del bolívar el pasado 8 de febrero y previendo otra
posible devaluación, varias multinacionales tuvieron que recalcular
sus previsiones de resultados anuales.
En sectores como el
farmacéutico, el energético, el cosmético y el higiénico, muchas
empresas norteamericanas tienen representatividad en el mercado
venezolano, debido en buena parte a la activa relación que sostienen
Estados Unidos y Venezuela por el intercambio de petróleo, porque
Venezuela no produce nada de lo que consume y a pesar de las
diferencias políticas entre ambas naciones.
Procter and Gamble sabe
que deberá asumir cargos extras entre 200 y 275 millones de dólares
por este motivo, así como Colgate-Palmolive deberá asumir la
pérdida de más o menos 120 millones de dólares sólo en impuestos
durante el primer trimestre.
Sin embargo, la
devaluación de la moneda venezolana no sólo pesa sobre las cuentas
de las empresas norteamericanas, ni las negociaciones con la
inflación afectan de la misma manera a todo el territorio soberano.
Las fronteras se transforman y las crisis aparecen sin supervisión
ni apoyo. Es el caso de San José de Cúcuta, capital del
departamento de Norte de Santander. En Colombia.
Después del viernes
negro
El primer antecedente
relacionado con la devaluación del bolívar es el 18 de febrero de
1983. El Viernes Negro. Las políticas económicas de Luis Herrera
Campinas hicieron que el bolívar se devaluara un 75%, de 4,30 a 7,50
bolívares por dólar. Los pagos de la deuda externa, la baja del
petróleo, el aumento del empleo en la administración pública y la
libertad cambiaria fueron presentadas en ese momento como razones que
forzaron a la devaluación.
"Si el bolívar
tiene muy buen precio, viene la gente de Venezuela", explicó
Baudilia Hernández, comerciante retirada de la frontera. Para
Cúcuta, que vive del comercio binacional y donde el cambio es en
relación directa con el peso, el bolívar valía 17 pesos y bajó a
7 de un momento a otro.
Ante la crisis, muchas
personas tuvieron que irse y cerrar sus negocios. El bolívar se
revaluaría llegando a poco más de 10 pesos y el comercio mejoró,
para luego volver a decaer. "Eso es Cúcuta, eso es la
frontera", afirmó Baudilia, quien entró al comercio hacia
finales de los 70 y entiendió los picos y las simas del oficio como
ciclos que no dejarían de ser positivos o negativos.
La primera devaluación
del gobierno de Hugo Chávez llegó con la instauración del control
de cambio en Venezuela en 2003. Tras un paro petrolero el gobierno
devaluó la moneda a 1,6 bolívares por dólar. A 2004 se fijaría a
1,92 y a 2005, caería a 2,15.
Muchos comerciantes
esperaron a que el bolívar se recuperara. A pesar de la crísis
seguían 'oxigenando' su negocio con mercancía y pagaban empleados,
pero ni subió el bolívar ni llegaron más clientes. "Perdí lo
que tenía esperando la mejoría y nunca se dió. Ahorita ya hace
unos tres años que esto desmejoró horriblemente", sentenció
Baudilia.
Venezuela llevaba 5 años
con la misma tasa y enfrentaba las consecuencias de la recesión
venezolana en 2009 cuando el gobierno anunció transformaciones en la
política cambiaria para enero de 2010. El dólar fue tasado a 2,6
bolívares para sectores prioritarios y a 4,3 bolívares para el
resto. En junio del mismo año entró en vigencia otra tasa oficial
de 5,30 bolívares por dólar para sectores no prioritarios. Para
2011 se unifica la doble tasa en 4,3 bolívares por dólar y se
mantiene la tasa creada en junio.
Pero tras el gasto
público del año electoral y la inversión en construcción de
viviendas, la venta subsidiada de alimentos y asistencia para grupos
vulnerables que aseguraron la reelección de Chávez, las arcas
quedaron vacías. Con la intención de sacar más bolívares por
petrodólar, el 8 de febrero de 2013 se elimina la otra tasa oficial
y es firmada la devaluación del bolívar a 6,3 por dólar.
'Ahorita el cliente
venezolano ya no se acerca al comercio de Cúcuta'
Los comerciantes
esperaban la llegada de sus clientes venezolanos para 'cuadrar caja'.
En el caso de Eder Parada, joven comerciante en la frontera, si una
compra de un cliente colombiano llegaba a 200 mil pesos, las de los
venezolanos podían dejarle diez millones de pesos o más. Con la
fuerte devaluación de la moneda los negocios ya no venden lo
suficiente. La prolongación de la crisis ha hecho que almacenes de
todo tipo recorten su nómina y sus gastos. Entre otras medidas,
muchos negocios cierran a mediodía al no poder dar almuerzo a sus
empleados.
"Vienen los
venezolanos que aún tienen un modo, que les gustan los productos
colombianos, pero no el flujo de gente que venía antes" dijo
Baudilia. "Por decirle una cuestión", continúa, "tenemos
el Centro Comercial Alejandría que vive lleno. Uno va a las 12 del
día y las personas que uno conoce comentan que no han bajado
bandera, que no han empeado a vender".
Los grandes almacenes,
los negocios nocturnos y los restaurantes aún tienen vida. Según
Eder Parada, la situación con el cambio del bolívar allí no se
siente porque sus adquisiciones y sus ventas no dependen
exclusivamente de la frontera, tienen una clientela cautiva y la
posibilidad de ofrecer descuentos sin arriesgarse a perder dinero.
Pero el resto del
comercio de ropa y de calzado no está funcionando nada bien. Los
dueños de los negocios, aparte de recortar nómina, contratan a los
trabajadores por veinte mil pesos al día y dos o tres veces a la
semana debido a los costos que acarrea. 'Ahorita el cliente
venezolano ya no se acerca al comercio de Cúcuta', sintetizó
Parada.
Las inversiones que no
son
En su mayor esplendor,
Cúcuta atrajo gran cantidad de comerciantes que vieron buenas
posibilidades y se asentaron, haciendo dinero y estableciendo
negocios representativos para la ciudad. El control de buena parte
del comercio en la ciudad está en manos de los antioqueños, en
detrimento de los cucuteños que ya manejan mucho menos.
A Baudilia le queda la
impresión de que ninguna parte le deja ganancias ni patrimonio a
Cúcuta. "Hay comerciantes de Alejandría que piden containers
llenos de mercancía de la China, pero lo piden con las ganancias
obtenidas en Cúcuta, lo venden en otros departamentos, se llevan
toda la utilidad y no dejan nada en la ciudad. Ellos invierten pero
no invierten, no?"
De eso vive el
rebuscador
Tras cuatro años sin
empleo formal e involucrado de lleno en el 'plan rebusque', Eder
Parada trata de salir adelante en la frontera. A pesar de la escasez
que se vive del otro lado de la frontera, "el cucuteño sólo
está viviendo del contrabando" afirmó Parada, quien ha
comerciado con productos tan diversos como medicamentos veterinarios,
gasolina y productos perecederos.
La devaluación hace que
un producto que cuesta 50 bolívares fuertes cueste cinco mil pesos y
la escasez hace que cualquier objeto sea negociable. "Una vez
traje de esas cositas de Glade, allá se conseguía como a 30
bolívares (tres mil pesos) y acá me lo pagaban a $4.500. Usted
traía cien o doscientas y ahí se sacaba la ganancia" comentó
Eder. "Eso se fue acabando porque llega otra persona que ya no
se gana 1500 sino 500 y así. Como dicen en el comercio, todo se
putea".
Debido a las medidas anti
contrabando adoptadas por Venezuela, cada vez es más complicado
pasar cualquier tipo de mercancía. La autoridad, sean policías o
miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (encargada del orden
interno y las fronteras del país), está atenta ahora a quitar
cualquier tipo de mercancía que vaya saliendo del país.
Otra fuente de ingresos
en la frontera es el envío de remesas a través de casas de cambio.
La Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), creada en 2003
con la misión de administrar, coordinar y controlar la ejecución de
la política cambiaria del Estado venezolano, explicó que el
proyecto inicial era facilitar que los residentes venezolanos
pudieran enviar dinero a sus parientes en el exterior. El usuario
podría enviar mensualmente 900 dólares distribuidos entre
familiares hasta en 300 dólares por cada uno y este dinero sería
canjeado al precio del dólar con respecto a la moneda nacional.
A 2011, en Venezuela
depositar 300 dólares equivalía a 1290 bolívares fuertes. En esa
época el dólar se encontraba alrededor de 1858 pesos y en Colombia
se retirarían 557.400 pesos, que al cambio serían más de 2500
bolívares. La ganancia cambiaria supera los mil bolívares en una
sola transacción. La revaluación del peso y la devaluación del
dólar han hecho que este proceso pierda mucha rentabilidad, aunque
muchas personas siguen haciéndolo, no sólo enviando dinero desde
los municipios aledaños a la frontera sino incluso consignando desde
el interior del país, debido a la estricta vigilancia de CADIVI en
los establecimientos de la frontera.
Pero entre los ingresos
estables de la ciudad se encuentra el contrabando de gasolina
venezolana. Gran número de automóviles en la frontera son de placas
venezolanas y pueden circular por el Norte de Santander sin permisos.
Sin restricciones para ingresar a Venezuela ni al 'tanquear' en
estaciones venezolanas de gasolina, los conductores llenan su tanque
y lo vacían la mayor cantidad de veces posibles por día. Parada
confirmó que la Guardia Nacional tiene el control del contrabando de
gasolina, al ser la entidad que regula el paso diario por la
frontera. Eligen a quién quitarle la gasolina y a quién no.
La gasolina es vendida en
Cúcuta a los 'pimpineros', que la sacan del tanque y a recipientes
de plástico de tres o cuatro galones (pimpinas) para venderla a
quien la necesite. Aún después de tantos intermediarios, el precio
de la pimpina es mucho más económico que el estándar nacional y
produce ganancias en todos los eslabones. Los pimpineros se han
asociado y han logrado defender su derecho al trabajo en las calles
de la ciudad, a pesar de ser competencia directa para las estaciones
colombianas.
'Polo de desarrollo y
fuente de prosperidad'
Durante la devaluación
de 2010, siendo presidente Álvaro Uribe, se buscaron medidas para
aliviar el cobro de impuestos como el IVA y decretar la emergencia
económica para agilizar la toma de decisiones. El ex ministro de
Hacienda, Óscar Zuluaga, afirmó entonces que el equipo de la
cartera de Hacienda y la Presidencia estaba sopesando todas las
posibilidades de conveniencia y las consecuencias directas sin ningún
efecto.
La gestión de medidas en
beneficio del Norte de Santander se ha quedado en saludos a la
bandera. El actual gobernador del departamento, Édgar Díaz,
recientemente ha pedido acuerdos concretos para reactivar la frontera
y ha entregado la solicitud de emergencia económica en Cúcuta.
Santos reconoció que el país ha dado la espalda a las fronteras
durante mucho tiempo y que "deben ser un polo de desarrollo y
fuente de prosperidad".
El desempleo, que afecta
también a toda el área metropolitana, se encuentra en 17,8 % frente
al 13 % nacional según cifras del DANE. Para aumentar la
preocupación, la informalidad se ubica en el 75 %. Se puede ver en
toda la región las formas que la necesidad ha adoptado para llevar
la comida a los hogares.
Una ciudad en vilo
Eder Parada admitió que
la ciudad no ofrecía mucho atractivo al comprador del interior, pues
casi todo lo que se compra para vender es traido a través de
proveedores de Bogotá, Cali o Medellín, incluso mercancía
venezolana ya que para los comerciantes el producto nacional no está
representando rentabilidad.
A mayor escala, no hay
muchas esperanzas inmediatas de que la inversión nacional llegue a
Cúcuta. Tras ruedas de negocios e intentos para llevar dinero al
Norte de Santander, se revelan las dificultades del departamento en
infraestructura vial y aeroportuaria para una integración más
activa en la economía colombiana: está en curso el desarrollo de
una doble calzada entre Cúcuta y Bucaramanga, a ser entregada en
agosto de este año. También se dice que con el TLC firmado con
Estados Unidos, la ciudad se transformaría en centro industrial; se
espera que muchas empresas se ubiquen en las fronteras para ensamblar
o desarrollar productos dentro de territorio colombiano y obtener
beneficios de exportación. Hasta no ver, no creer.
La dependencia del
comprador venezolano y de los vaivenes del bolívar es de los mayores
desafíos que enfrenta la ciudad. Según Fenalco Norte de Santander,
el comercio aporta el 63% del PIB de Cúcuta pero la situación del
bolívar solo se modificaría con un cambio de régimen, cosa
improbable después de la elección de Nicolás Maduro.
Después de más de una
década del bolívar a la baja, queda la certeza de que la situación
no volverá a ser la misma. En las manos del estado colombiano, del
emprendimiento ciudadano y de los centros de conocimiento está el
progreso y la diversificación del espectro de producción de la
ciudad.
11 feb 2013
me había quedado dormido al final.
me perdí en el masivo y dí con sus piernas. No hubo emociones. El rojo institucional no funciona tan así. Me había perdido y esperaba con la mirada cualquier cosa que me ubicara.
sólo unos segundos después pude ver el contorno de una flor tatuado en su pierna. Pero pronto descubrí que lucía metalero, pensé en cualquier cd. Entonces la miré completa y descubrí su pelo corto. Caminé detrás de ella.
su paso era ágil y concentrado, aunque el túnel estuviera más lleno que vacío.
18 dic 2012
Pedro Rubén Caicedo
Hasta hace poco había un vendedor de periódicos que se hacía por la vía peatonal que viene de la Plaza de Caicedo, da al viejo edificio de la Colombiana de Tabacos y al parque de los poetas en Cali.
Ponía su banca en la pared exterior de una droguería y en la acera los periódicos. Ahí esperaba a que la gente pasara y se llevara la prensa del día.
Lo conocí a punto de cumplir setenta años y llevaba más de 20 en la misma calle. La verdad parecía haber parado de envejecer tiempo atrás.
Llegaba en cicla con su carga de periódicos y los acomodaba antes de las 7 de la mañana. Casi siempre se le acababan porque tenía la medida para todos los días de la semana y todas las temporadas del año. Con tantos años no le pedían ya dinero para el plante diario aunque sacaba a diario casi 120 periódicos.
Conocía a todo el mundo en la cadena. Trabajó con los padres y los hijos. Pagaba al día siguiente. Lo vendía todo antes de mediodía. Siempre estaba y no fallaba. Decía que el que no hiciera plata en el centro era porque era un vago.
Cuando era más joven organizaba gente para vender prensa, en vez de venderla por su cuenta. Tenía a un pelado de apellido Montezuma que estaba en ese sector y que era el encargado del punto, y se estuvo mucho rato. Montezuma era mariguanero pero respondía con lo suyo, hasta que un día recogió su plata y algunos periódicos y se fue. Pedro ocupó el sitio y nadie nunca le dijo nada.
Su mejor amigo era un vigilante que trabaja en Pance, pero lo acompañaban los vendedores de jugos, los reparadores de relojes, los loteros, los vendedores de minutos y de cigarrillos... Y los miaos y el popó de los gamines. Trabajaba solo porque no le gustaba que nadie lo mandara y prefería vender el periódico que más lo consintiera. 'Qué sueños voy a tener yo ya?'.
Pedro simplemente se quedó ahí hasta el sol del día que lo vió enfermarse y partir. Dijeron en la calle que había sido un tumor en los riñones. Ni los festivos lo hubieran parado.
---
Este tema lo pone mi primo Jairo.
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