Ayer estuve en un tipo diferente de fila. Es de esas relativamente comodas donde uno coge un numerito y se sienta a esperar que un tablero de LEDs muestre el que uno tiene en la mano para ser atendido. En este caso la meta era reclamar las medicinas de mi abuela en la drogueria de su entidad prestadora de servicios.
Cuando llegue a agarrar mi numero, en el tablero habia un 49 marcando la pauta. Saque del dispensado el 69 y encontre al lado otro papelito recien sacado con el numero 67, asi que deje mi primero numero a disposicion de otra persona.
Decidi comer algo y luego regresar al calcular lo mucho que tomaria que llegaran a mi turno. Tuve tiempo de comerme una porcion de pizza del tamanio de mi antebrazo y de tomarme dos vasos de gaseosa para bajar la harina. Estaba delicioso el desayuno (andaba en ayunas) aunque me costara dinero no gastable.
Regrese casi a tiempo para ver como llegaban al numero 60. Mire la enorme cantidad de gente a mi alrededor y me parecio sospechoso pero no importo. Me sente a organizar los papeles del caso y a esperar para el momento de salida.
Sono la chicharra del tablero y decia caja 4 - turno 67. Me aproxime triunfal alla. El cajero me pregunto que numero era y le dije: "67, amigo". El me respondio: "Si, pero el suyo es el A67 y vamos en la letra C."
Yo no me lo podia creer.
Aunque el hombre me dijo que saltaban de C a A, era una cantidad insensible de gente delante mio... Sali un par de segundos a tomar aire fresco y a digerir la eterna espera. Luego regrese a buscarme un sitio comodo y amplio para escribir y dibujar.
Me sente en las ultimas bancas y tuve la posibilidad de escuchar gente hablando y presumiendo de salidas al exterior. Me miraban constantemente esperando que yo participara en la tertulia. Yo tengo la dida de si fue que mi rostro paso por cosmopolita o si fue el tatuaje, o si fue por escribir o dibujar...
Hice lo posible por hacerle el feo a esa conversacion tan pretensiosa y boba dedicandome a lo mio, aunque tambien me otorgaba hacerle una que otra broma a estas personas mirando cerca a ellos para hacerlos callar pues estaban esperando ansiosamente mi participacion.
Eventualmente se fueron y yo quede mas relajado.
Hubo uno que otro problema con la silla en la que estaba pues mi vecina constantemente se mecia. Me cambie de puesto y luego le llego el novio y empezaron a besarse y a patear mi lugar... Me trastee y encontre la paz alejado de la lujuria (noooo!).
Despues de cierto tiempo empece a escuchar musica en el mp3 y me desconecte del lugar.
Una hora mas tarde, fuertes alarios me sacaron de mi letargo. Qute la musica y note que varias personas se quejaban energicamente por la eterna espera que estaban padeciendo. Las lideres de esta pequenia protesta eran dos mujeres que se veian profundamente consternadas y gritaban que estaban perdiendo el sueldo del dia por estar alli.
Una de ellas lanzo un argumento trillado pero valido: Los colombianos nos la dejamos hundir como si nada. Ella dijo que no iba a pasar por eso y que iria a la administracion a reivindicar nuestros derechos, a emanciparnos y a lograra que una ceirta cantidad de personas se quedara durante la hora de almuerzo atendiendo para cubrir a los que estaban comiendo.
Desde que esta mujer hablo de esta manera yo deje de mirar y comence a observar los acontecimientos y la reaccion de las personas ante lo que sucedio.
Era deplorable como la gente se reia y murmuraba frente a la misma seniora que estaba ya bastante apocada y por la poca receptividad no se decidio a salir a la administracion al final. Incluso la mujer que la secundaba estaba sentada y riendose de la otra.
Pronto la situacion en la drogueria volvio a la calma, pasmosamente. Ya nadie hablaba al respecto de lo sucedido e incluso habian empezado a ver un partido del mundial que transmitian en un televisor ubicado cerca al tablero de LEDs.
Incluso empece a analizar mi propia actitud al respecto, que disto de ser combativa y guerrera como siempre quise que fuera. Realmente me limite a la actividad de observar y de registrar lo sucedido sin sentirme aludido por lo acontecido. Yo estaba comodo, sentado, ocupado, libre de compromisos y preparado para lo que venia.
De alguna manera considere que gracias a mi posicion privilegiada de conocedor de las circunstancias estaba mas alla de los otros en nivel de comodidad y eso me permitia mirar con desden a la gente incomoda y silenciosa y a la gente que se manifestaba abiertamente como las ahora apocadas senioras. Una mirada de desden por orgullo de haber pasado por esa situacion y haber evolucionado a la preparacion.
Pero es de ese tipo de evolucion conductista que fortalece el punto de vista de la seniora al decir que a uno se la hunden y no pasa nada. Adaptarse a un sistema como estos refleja la poca actitud de los colombianos para enfrentar las situaciones menores y el desinteres por las de mayor complejidad, lo que termina estableciendo que adaptarse a dichas condiciones sea absolutamente necesario.
Pensar en que estaba comodo en ese sistema de las colas me puso en un dilema no muy escandaloso pero si de esos reflexivos. Luchar contra el sistema o educar a la gente para que viva en el? Que el sistema se adapte a uno o que uno se adapte al sistema?
Son esas cosas que no se concluyen ni facil ni rapidamente. Note que sonaba la chicharra y que no estaba muy lejos de mi turno. Me apresure a tomar apuntes sobre lo que estaba viviendo (que a la postre terminaron siendo los fundamentos de este texto) y poco despues de la mitad aparecio: Caja 6 Turno 67 y letrero A.
Al aproximarme a la caja donde la mujer daba las medicinas note que un personaje estaba en una situacion similar a la mia recien llegado. Tenia el numero 66 pero de la letra B y creo que el hombre estaba a punto de llorar cuando se dio cuenta que el numero que tocaba no estaba cerca a su turno.
Asumi que las personas que se quejaban antes tenian los mismos problemas mios y mi simpatia hacia ellos disminuyo considerablemente al pensar que todo habia sido un problema de mala lectura, pero no quiero creer que la reflexion hecha a partir del suceso pierde valor porque surgio de un error.
Trate de decirle a la cajera que atendiera al hombre confundido despues de mi en un arranque de simpatia un poco plastico. Me despedi, desee suerte a ambos y sali indiferente de aquel sitio tan incomodamente concurrido.
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