21 feb 2011

Anclado al puerto.

Pues… El cuento es más bien raro, eso de andar con una memoria que tenga el nombre de otra persona, y que yo no se lo haya cambiado... Pero yo no se lo puse. La encontrada, ¿eso es lo que querés saber?

Fue que un día me la dieron porque la necesitaba, para llevar un trabajo. Fue un parcero que se había encontrado dos memorias y me dijo: “Mirá, lleváte el trabajo en esta memoria que yo tengo otra que me encontré”, entonces yo la miré y era de un alguien… No sé, la memoria se llamaba D. Ortiz, DORTIZ.

¿Un man o una vieja? DORTIZ puede ser Daniela Ortiz, Danilo Ortiz, David o De Orto, jejeje. No tengo ni idea… De todas formas, en honor a D. Ortiz y a todo lo que ya ha pasado con la memoria, y como no tengo problemas directamente con él, decidí dejarle ese nombre y no quitárselo jamás, hasta que yo la bote y alguien se la encuentre de nuevo, o la encuentre DORTIZ.

¿Qué si la devolvería si supiera quién es DORTIZ? No, porque mi problema no es con ese man. El problema es con el parcero que me la dio, jajaja. Él es el que se la tiene que devolver, y eso es todo.

Pero sí, claro que ha servido resto la memoria, todo el día y todo el tiempo. Ya llevo como tres semestres con ella. Y es que yo ya había tenido una antes, y si, se dañó. No funcionó, dejó de servir para guardar vainas…

De una apareció DORTIZ, dentro del estrés por no poder llevar el trabajo hecho, y fue como si el mismo aparato me dijera: “Vé… Es bien… Lleváme…”

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