No sé si la gente lo diga comunmente, pero uno debería poder hablar sólo de lo que sabe. Siento haber improvisado durante tanto tiempo que ya he sonrojado de la pena. Quiero construir algo que me cambie el orden de las cosas.
He decidido empezar de manera desorganizada con mi primera novela... Hablando de aquellas situaciones que pueda que conozca bien y luego viendo la forma de achacárselas a otra identidad. Y la idea no es reciclar de lo ya escrito sino partir del verdadero recuerdo. Hacer carpintería desde el ahora.
Qué difícil ver que las ideas de uno están en las palabras de otro con tanto convencimiento y a la vez han sido tan mal ejecutadas, tan deshonestas y plásticas, tan poco sentidas. Diré con el pleno convencimiento que no hay evento en la vida más grande que otro y que las cosas, a la misma altura, tienen el mismo sabor.
Hay más carreteros que presidentes, hay más pobres que ricos, hay más mujeres que hombres y posiblemente haya más buenos que malos, pero nadie es más que nadie y todos estamos ahí, igualitos. Todos con un tumbao distinto, pero un tumbao al final. He tenido la fortuna de conocer y escuchar mucha gente en la vida. Ya es hora de hacerles honor y contar algunas de sus historias...
También es hora de contar un poco las mías, sin divagar... Sin hacer ese visaje introspectivo de siempre. Primo, el motivo es el objeto. Que todo sea un pretexto para hablar de las personas.
Y también quiero hacer memorable esta jugada con los temas de siempre de mi patria chica, Cúcuta, donde la música va y viene pero los clásicos sí se respetan. Hay tantísimos que nos vieron crecer a tantos que no me importa que no haya relación entre historia y canción, pero va a pasar porque quiero y puedo y no le temo a demandas por derechos de autor. Acompáñenme.
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