Entre devaluaciones,
expropiaciones y controversia, cada situación enmarcada en la
economía venezolana dará de qué hablar. Tras la reciente
devaluación del bolívar el pasado 8 de febrero y previendo otra
posible devaluación, varias multinacionales tuvieron que recalcular
sus previsiones de resultados anuales.
En sectores como el
farmacéutico, el energético, el cosmético y el higiénico, muchas
empresas norteamericanas tienen representatividad en el mercado
venezolano, debido en buena parte a la activa relación que sostienen
Estados Unidos y Venezuela por el intercambio de petróleo, porque
Venezuela no produce nada de lo que consume y a pesar de las
diferencias políticas entre ambas naciones.
Procter and Gamble sabe
que deberá asumir cargos extras entre 200 y 275 millones de dólares
por este motivo, así como Colgate-Palmolive deberá asumir la
pérdida de más o menos 120 millones de dólares sólo en impuestos
durante el primer trimestre.
Sin embargo, la
devaluación de la moneda venezolana no sólo pesa sobre las cuentas
de las empresas norteamericanas, ni las negociaciones con la
inflación afectan de la misma manera a todo el territorio soberano.
Las fronteras se transforman y las crisis aparecen sin supervisión
ni apoyo. Es el caso de San José de Cúcuta, capital del
departamento de Norte de Santander. En Colombia.
Después del viernes
negro
El primer antecedente
relacionado con la devaluación del bolívar es el 18 de febrero de
1983. El Viernes Negro. Las políticas económicas de Luis Herrera
Campinas hicieron que el bolívar se devaluara un 75%, de 4,30 a 7,50
bolívares por dólar. Los pagos de la deuda externa, la baja del
petróleo, el aumento del empleo en la administración pública y la
libertad cambiaria fueron presentadas en ese momento como razones que
forzaron a la devaluación.
"Si el bolívar
tiene muy buen precio, viene la gente de Venezuela", explicó
Baudilia Hernández, comerciante retirada de la frontera. Para
Cúcuta, que vive del comercio binacional y donde el cambio es en
relación directa con el peso, el bolívar valía 17 pesos y bajó a
7 de un momento a otro.
Ante la crisis, muchas
personas tuvieron que irse y cerrar sus negocios. El bolívar se
revaluaría llegando a poco más de 10 pesos y el comercio mejoró,
para luego volver a decaer. "Eso es Cúcuta, eso es la
frontera", afirmó Baudilia, quien entró al comercio hacia
finales de los 70 y entiendió los picos y las simas del oficio como
ciclos que no dejarían de ser positivos o negativos.
La primera devaluación
del gobierno de Hugo Chávez llegó con la instauración del control
de cambio en Venezuela en 2003. Tras un paro petrolero el gobierno
devaluó la moneda a 1,6 bolívares por dólar. A 2004 se fijaría a
1,92 y a 2005, caería a 2,15.
Muchos comerciantes
esperaron a que el bolívar se recuperara. A pesar de la crísis
seguían 'oxigenando' su negocio con mercancía y pagaban empleados,
pero ni subió el bolívar ni llegaron más clientes. "Perdí lo
que tenía esperando la mejoría y nunca se dió. Ahorita ya hace
unos tres años que esto desmejoró horriblemente", sentenció
Baudilia.
Venezuela llevaba 5 años
con la misma tasa y enfrentaba las consecuencias de la recesión
venezolana en 2009 cuando el gobierno anunció transformaciones en la
política cambiaria para enero de 2010. El dólar fue tasado a 2,6
bolívares para sectores prioritarios y a 4,3 bolívares para el
resto. En junio del mismo año entró en vigencia otra tasa oficial
de 5,30 bolívares por dólar para sectores no prioritarios. Para
2011 se unifica la doble tasa en 4,3 bolívares por dólar y se
mantiene la tasa creada en junio.
Pero tras el gasto
público del año electoral y la inversión en construcción de
viviendas, la venta subsidiada de alimentos y asistencia para grupos
vulnerables que aseguraron la reelección de Chávez, las arcas
quedaron vacías. Con la intención de sacar más bolívares por
petrodólar, el 8 de febrero de 2013 se elimina la otra tasa oficial
y es firmada la devaluación del bolívar a 6,3 por dólar.
'Ahorita el cliente
venezolano ya no se acerca al comercio de Cúcuta'
Los comerciantes
esperaban la llegada de sus clientes venezolanos para 'cuadrar caja'.
En el caso de Eder Parada, joven comerciante en la frontera, si una
compra de un cliente colombiano llegaba a 200 mil pesos, las de los
venezolanos podían dejarle diez millones de pesos o más. Con la
fuerte devaluación de la moneda los negocios ya no venden lo
suficiente. La prolongación de la crisis ha hecho que almacenes de
todo tipo recorten su nómina y sus gastos. Entre otras medidas,
muchos negocios cierran a mediodía al no poder dar almuerzo a sus
empleados.
"Vienen los
venezolanos que aún tienen un modo, que les gustan los productos
colombianos, pero no el flujo de gente que venía antes" dijo
Baudilia. "Por decirle una cuestión", continúa, "tenemos
el Centro Comercial Alejandría que vive lleno. Uno va a las 12 del
día y las personas que uno conoce comentan que no han bajado
bandera, que no han empeado a vender".
Los grandes almacenes,
los negocios nocturnos y los restaurantes aún tienen vida. Según
Eder Parada, la situación con el cambio del bolívar allí no se
siente porque sus adquisiciones y sus ventas no dependen
exclusivamente de la frontera, tienen una clientela cautiva y la
posibilidad de ofrecer descuentos sin arriesgarse a perder dinero.
Pero el resto del
comercio de ropa y de calzado no está funcionando nada bien. Los
dueños de los negocios, aparte de recortar nómina, contratan a los
trabajadores por veinte mil pesos al día y dos o tres veces a la
semana debido a los costos que acarrea. 'Ahorita el cliente
venezolano ya no se acerca al comercio de Cúcuta', sintetizó
Parada.
Las inversiones que no
son
En su mayor esplendor,
Cúcuta atrajo gran cantidad de comerciantes que vieron buenas
posibilidades y se asentaron, haciendo dinero y estableciendo
negocios representativos para la ciudad. El control de buena parte
del comercio en la ciudad está en manos de los antioqueños, en
detrimento de los cucuteños que ya manejan mucho menos.
A Baudilia le queda la
impresión de que ninguna parte le deja ganancias ni patrimonio a
Cúcuta. "Hay comerciantes de Alejandría que piden containers
llenos de mercancía de la China, pero lo piden con las ganancias
obtenidas en Cúcuta, lo venden en otros departamentos, se llevan
toda la utilidad y no dejan nada en la ciudad. Ellos invierten pero
no invierten, no?"
De eso vive el
rebuscador
Tras cuatro años sin
empleo formal e involucrado de lleno en el 'plan rebusque', Eder
Parada trata de salir adelante en la frontera. A pesar de la escasez
que se vive del otro lado de la frontera, "el cucuteño sólo
está viviendo del contrabando" afirmó Parada, quien ha
comerciado con productos tan diversos como medicamentos veterinarios,
gasolina y productos perecederos.
La devaluación hace que
un producto que cuesta 50 bolívares fuertes cueste cinco mil pesos y
la escasez hace que cualquier objeto sea negociable. "Una vez
traje de esas cositas de Glade, allá se conseguía como a 30
bolívares (tres mil pesos) y acá me lo pagaban a $4.500. Usted
traía cien o doscientas y ahí se sacaba la ganancia" comentó
Eder. "Eso se fue acabando porque llega otra persona que ya no
se gana 1500 sino 500 y así. Como dicen en el comercio, todo se
putea".
Debido a las medidas anti
contrabando adoptadas por Venezuela, cada vez es más complicado
pasar cualquier tipo de mercancía. La autoridad, sean policías o
miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (encargada del orden
interno y las fronteras del país), está atenta ahora a quitar
cualquier tipo de mercancía que vaya saliendo del país.
Otra fuente de ingresos
en la frontera es el envío de remesas a través de casas de cambio.
La Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), creada en 2003
con la misión de administrar, coordinar y controlar la ejecución de
la política cambiaria del Estado venezolano, explicó que el
proyecto inicial era facilitar que los residentes venezolanos
pudieran enviar dinero a sus parientes en el exterior. El usuario
podría enviar mensualmente 900 dólares distribuidos entre
familiares hasta en 300 dólares por cada uno y este dinero sería
canjeado al precio del dólar con respecto a la moneda nacional.
A 2011, en Venezuela
depositar 300 dólares equivalía a 1290 bolívares fuertes. En esa
época el dólar se encontraba alrededor de 1858 pesos y en Colombia
se retirarían 557.400 pesos, que al cambio serían más de 2500
bolívares. La ganancia cambiaria supera los mil bolívares en una
sola transacción. La revaluación del peso y la devaluación del
dólar han hecho que este proceso pierda mucha rentabilidad, aunque
muchas personas siguen haciéndolo, no sólo enviando dinero desde
los municipios aledaños a la frontera sino incluso consignando desde
el interior del país, debido a la estricta vigilancia de CADIVI en
los establecimientos de la frontera.
Pero entre los ingresos
estables de la ciudad se encuentra el contrabando de gasolina
venezolana. Gran número de automóviles en la frontera son de placas
venezolanas y pueden circular por el Norte de Santander sin permisos.
Sin restricciones para ingresar a Venezuela ni al 'tanquear' en
estaciones venezolanas de gasolina, los conductores llenan su tanque
y lo vacían la mayor cantidad de veces posibles por día. Parada
confirmó que la Guardia Nacional tiene el control del contrabando de
gasolina, al ser la entidad que regula el paso diario por la
frontera. Eligen a quién quitarle la gasolina y a quién no.
La gasolina es vendida en
Cúcuta a los 'pimpineros', que la sacan del tanque y a recipientes
de plástico de tres o cuatro galones (pimpinas) para venderla a
quien la necesite. Aún después de tantos intermediarios, el precio
de la pimpina es mucho más económico que el estándar nacional y
produce ganancias en todos los eslabones. Los pimpineros se han
asociado y han logrado defender su derecho al trabajo en las calles
de la ciudad, a pesar de ser competencia directa para las estaciones
colombianas.
'Polo de desarrollo y
fuente de prosperidad'
Durante la devaluación
de 2010, siendo presidente Álvaro Uribe, se buscaron medidas para
aliviar el cobro de impuestos como el IVA y decretar la emergencia
económica para agilizar la toma de decisiones. El ex ministro de
Hacienda, Óscar Zuluaga, afirmó entonces que el equipo de la
cartera de Hacienda y la Presidencia estaba sopesando todas las
posibilidades de conveniencia y las consecuencias directas sin ningún
efecto.
La gestión de medidas en
beneficio del Norte de Santander se ha quedado en saludos a la
bandera. El actual gobernador del departamento, Édgar Díaz,
recientemente ha pedido acuerdos concretos para reactivar la frontera
y ha entregado la solicitud de emergencia económica en Cúcuta.
Santos reconoció que el país ha dado la espalda a las fronteras
durante mucho tiempo y que "deben ser un polo de desarrollo y
fuente de prosperidad".
El desempleo, que afecta
también a toda el área metropolitana, se encuentra en 17,8 % frente
al 13 % nacional según cifras del DANE. Para aumentar la
preocupación, la informalidad se ubica en el 75 %. Se puede ver en
toda la región las formas que la necesidad ha adoptado para llevar
la comida a los hogares.
Una ciudad en vilo
Eder Parada admitió que
la ciudad no ofrecía mucho atractivo al comprador del interior, pues
casi todo lo que se compra para vender es traido a través de
proveedores de Bogotá, Cali o Medellín, incluso mercancía
venezolana ya que para los comerciantes el producto nacional no está
representando rentabilidad.
A mayor escala, no hay
muchas esperanzas inmediatas de que la inversión nacional llegue a
Cúcuta. Tras ruedas de negocios e intentos para llevar dinero al
Norte de Santander, se revelan las dificultades del departamento en
infraestructura vial y aeroportuaria para una integración más
activa en la economía colombiana: está en curso el desarrollo de
una doble calzada entre Cúcuta y Bucaramanga, a ser entregada en
agosto de este año. También se dice que con el TLC firmado con
Estados Unidos, la ciudad se transformaría en centro industrial; se
espera que muchas empresas se ubiquen en las fronteras para ensamblar
o desarrollar productos dentro de territorio colombiano y obtener
beneficios de exportación. Hasta no ver, no creer.
La dependencia del
comprador venezolano y de los vaivenes del bolívar es de los mayores
desafíos que enfrenta la ciudad. Según Fenalco Norte de Santander,
el comercio aporta el 63% del PIB de Cúcuta pero la situación del
bolívar solo se modificaría con un cambio de régimen, cosa
improbable después de la elección de Nicolás Maduro.
Después de más de una
década del bolívar a la baja, queda la certeza de que la situación
no volverá a ser la misma. En las manos del estado colombiano, del
emprendimiento ciudadano y de los centros de conocimiento está el
progreso y la diversificación del espectro de producción de la
ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario