27 feb 2012

El camino de la autocontemplación, reflexión sobre la comunicación para el desarrollo

Casi todas las naciones esclavizadas desde su colonización, se han convertido hoy día en países subdesarrollados. Aún cautivas han debido trabajar desde cero, incluso desde la alfabetización, para asumir la responsabilidad de su propio destino. El desarrollo en Latinoamérica ha viajado bastante hasta quedar en un punto de borrón y cuenta nueva, después de haber asumido un rol complementario a los intereses de las grandes potencias desde mediados del siglo 20.

Malos hábitos quedaron de esos momentos aciagos. El primero de ellos fue considerar al latinoamericano como carente de cultura y conocimientos, sin pasado ni presente productivo. El desarrollo era concebido como la necesidad de modelar a las naciones pobres a imagen y semejanza de los países industrializados. Como el continente había sido destinado para producir materias primas y solucionar futuros problemas de alimentación, la mayor cantidad de esfuerzos fue orientada a la agricultura. Entonces se generó violencia para fortalecer la posición de las empresas explotadoras y muchos países fueron intervenidos por Estados Unidos: Guatemala, Nicaragua, Colombia y Cuba sobresalen como ejemplo.

Esa intervención no llegó sólo a las esferas económicas y ejecutivas, se pretendió lograr su adaptación para la comunidad a través del mercadeo social, un intento por parte de las naciones poderosas de contemplar a las comunidades en sus agendas. Productos como los preservativos, la comida chatarra, la leche en polvo y las campañas que se usaron para promoverlos (artistas y demás) influenciaron fuertemente los patrones de comportamiento y las rutinas de las personas. Sólo en Nicaragua el daño causado por esas acciones de mercadeo social fue enorme, ya que se logró persuadir a las madres de que la leche en polvo era mejor que la leche materna.

Según Alfonso Gumucio: “Había razones estructurales - el subdesarrollo y la pobreza no eran solamente producto de “taras” culturales ancestrales, sino de un sistema de explotación de los países pobres por los países ricos y de enormes desequilibrios sociales - que explicaban las verdaderas causas del subdesarrollo y del atraso económico. Esas ideas se expresaron en las teorías de la dependencia. Tanto la acción social y política como el marco de análisis teórico influyeron en el nacimiento de innumerables experiencias de comunicación alternativa y participativa, en contextos comunitarios, tanto urbanos como rurales, cuyo principal objetivo era conquistar espacios de expresión antes inexistentes. “

La comunicación para el desarrollo, producto de esta autocontemplación, pasa por consagrarnos a nosotros mismos como figuras de cambio, como productores de ideales, como dueños y beneficiarios de los procesos. La preocupación por la participación abre un gran espectro de acción y cambia completamente la formulación de proyectos de desarrollo.

Descubrir la necesidad de partir del trasfondo de cada comunidad requiere más responsabilidad, todo parece una historia distinta cada vez cuando se busca apelar a la cultura de cada territorio. Es necesario incluso reformular el concepto de cultura, antes asociado al nivel de afinidad con las tradiciones foráneas por imponer el único modelo posible, y ahora relacionado con la organización social, las expresiones artísticas y las creencias de cada grupo social definido. Algo similar pasó con las identidades culturales, factores cohesionadores que permiten la convivencia y la unicidad.

Se obligó a reformular el perfil del comunicador para el desarrollo. Quedaba claro que el manejo de la tecnología no sería suficiente para que una comunidad observara sus dificultades y llegara a un acuerdo sobre sus necesidades. Lo que se puso en juego fue la sensibilidad, la buena intención, las ganas de aprender. La comprensión.

Sin embargo, es necesario que los beneficiados tomen parte. Las viejas políticas previas se habían desarrollado bajo la bandera del asistencialismo, transformando la idea de desarrollo en la de regalo y manteniendo la dinámica de emisor-receptor. La participación dentro de la comunicación para el desarrollo requiere que la comunidad construya el accionar y se apropie del proyecto para lograr la sostenibilidad, la inserción apropiada, el beneficio común. El Corregimiento El Hormiguero, al sur de Santiago de Cali, se ha convertido en un ejemplo de desarrollo al lograr que personas de la comunidad traten el agua del Río Cauca para el consumo de sus cinco veredas, por ejemplo.

Aunque suene evidente, cabe insistir en que lograr que una iniciativa en desarrollo funcione a través de la participación se traduce en lograr la autonomía para algún sector de la comunidad. El profundo reconocimiento de aquellas necesidades significa asumir el propio destino, de alguna forma reconstruir la propia cultura, decisiones propias. No ha sido una época de autodeterminación para los pueblos del tercer mundo, por eso la comunicación para el desarrollo ha sido un gran paso para hacer que las cosas funcionen. La participación logra la competitividad y el cambio para las comunidades en desventaja. Traduce en resultados la posesión legítima del territorio por parte de las comunidades.

Es, definitivamente, algo que debe ser explicado por el desconocimiento que hay a su alrededor. Antes de esta materia no tenía muy claro cómo funcionaba la comunicación para el desarrollo, más allá de experiencias aceleradas por la inexperiencia. La perspectiva que tenía era que consideraba que se relacionaba mucho más con la gestión de dineros y ayudas o cargos administrativos en ONG, que era la comunicación organizacional de las causas sociales.

Pero yendo a El Hormiguero descubrí que este modelo era más que un trabajo de comunicación dentro de la comunidad y que trascendía las organizaciones. Ver cómo la gente conoce y asiste a los trabajadores de las plantas de agua porque son primos, ver el apoyo de jóvenes y ancianos a la Junta de Acción Comunal, ver ganas de hacer cosas por el corregimiento en ellos. Cuenta como cambio del consumo simbólico, ¿no? Los héroes son otros… ¡Y los proyectos pueden ser tantos! No se puede caer en el lugar común de considerar que el desarrollo se limita también a emisoras comunitarias y telecentros. Es emocionante saber que es un campo apenas abriéndose y que falta todo por hacer…

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